ORACION DE SAN ISIDRO

Señor y Dios nuestro, te damos las más infinitas gracias por las maravillas que has creado, poniendo a nuestra disposición el universo entero. Haz que responsablemente saquemos de la tierra el pan de cada día y, a ejemplo de san Isidro Labrador, cumplamos fielmente con nuestros deberes. Ayúdanos a implantar la justicia en el mundo, de modo que todos los pueblos puedan disponer de lo necesario para su alimentación y su formación humana y cristiana. Amén.

jueves, 16 de agosto de 2012


XX Domingo del Tiempo Ordinario
19 de agosto de 2012

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LOS PROVERBIOS 9, 1-6
La sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas; ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: "Los inexpertos que vengan aquí, voy a hablar a los faltos de juicio: Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”.
Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL
SALMO 33
R.- GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.
Bendigo al Señor en todo momento;
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
Que los humildes lo escuchen y se alegren. R.-

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.-

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R.-

Guarda tu lengua del mal,
tus labios, de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R.-
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 5, 15-20
Hermanos:
Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Celebrad constantemente la Acción de Gracias a Dios Padre, por todo, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios

ALELUYA Jn. 6, 57
El que come mi carne y bebe mi sangre –dice el Señor--, habita en mi y yo en él.




EVANGELIO
Descripción: http://betania.es/imagen/2-cruz.gif LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 51-58
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:
-- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
Disputaban los judíos entre sí:
--¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
-- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre.
Palabra del Señor

COMIDA QUE NOS DA LA VIDA ETERNA




Por José María Martín OSA

1.- Una oferta verdadera El libro de los Proverbios se sirve del lenguaje de las relaciones personales para describir la sabiduría. Las relaciones personales son más que una metáfora, son la fuente de la sabiduría. Y nuestra relación personal con Dios y los hermanos nos ayudan a vivir y gozar de la verdadera sabiduría. En nuestro mundo encontramos un amplio surtido de ofertas que venden la felicidad, pero que alejan a las personas de un vivir auténtico: trepar como sea y a costa de lo que sea, ansia de tener, de prestigio, de poder, huida de lo que supone esfuerzo, riesgo, dolor, búsqueda individualista de la felicidad... Otro camino, mucho más humano, se abre ante nosotros como posibilidad de encontrar el sentido de la vida: aprender a discernir serenamente lo que es bueno, justo y honrado, atención y cuidado en el trato con los otros y con la creación, la austeridad alegre en el uso de los bienes, el cultivo de la gratuidad y el don, la cercanía solidaria al dolor ajeno, el empeño por colaborar otros en la construcción de un mundo más fraterno, la confianza en el proyecto de Dios para sus hijos e hijas...

2.- Una invitación que merece la pena aceptar. La sabiduría invita a los seres humanos a participar del banquete que ha preparado: “Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado”. Ofrece la vida a los que siguen el camino de la prudencia y de la sensatez. El Salmo 33 nos invita a saborear a Dios mismo: “Gustad y ved qué bueno es el Señor”. ¿Aceptaremos la invitación de la sabiduría a sentarnos en la mesa del banquete que ha dispuesto, como anticipo del banquete mesiánico?

3.- Otras ofertas de felicidad. Discernir “lo que el Señor quiere”, es la llamada que resuena en la epístola de Pablo. Pablo nos exhorta a vivir la fe en comunidad. El discernimiento implica intuición para distinguir lo que está en la sintonía de Dios y del Reino, para descubrir qué es lo que lleva a la vida para todos y vida en abundancia, para otear dónde podemos percibir la presencia de Dios en nosotros y en el mundo.

4.- La fiesta de la comunidad cristiana. Continúa Jesús el discurso del pan de vida, después de la multiplicación de los panes y los peces. La comida eucarística es el centro de la comunidad cristiana. El cuerpo y la sangre de Cristo son el alimento espiritual que el creyente necesita para mantenerse en pie, para seguir al Señor y vivir la salvación. En esta comunión, la unión es tan fuerte, tan íntima y profunda que Jesús afirma que el creyente "habita en mi y yo en él" y "vivirá por mí". Habitar en el Hijo supone participar plenamente de su vida, asumir su proyecto, seguir sus pasos. Los primeros cristianos entendieron la cuarta petición del Padre Nuestro como una petición eucarística. Como nosotros, los primeros cristianos rezaron el Padre Nuestro antes de la Comunión. Se dieron cuenta que el verdadero pan de cada día es la Eucaristía, el Cuerpo de Jesús. La multiplicación de los panes vislumbra un milagro aun mayor: la Eucaristía, el Cuerpo y Sangre de Cristo que se ofrece a nosotros. Es cuando venimos a la Eucaristía cuando recibimos la respuesta más profunda a nuestra oración: “Danos hoy nuestro pan de cada día”. La persona creyente nunca podrá hacer esa búsqueda de la voluntad del Señor en solitario sino acompañada por Él y por los hermanos y hermanas con los que recorre el camino, con los que comparte su fe y su esperanza en el hoy de la historia del mundo y de la Iglesia.

miércoles, 8 de agosto de 2012

DOMINGO 12 : EL PAN DE VIDA Y LA FE VIVA EN CRISTO

EL PAN DE VIDA Y LA FE VIVA EN CRISTO

Por Gabriel González del Estal

1.- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. San Juan dice, en el evangelio y en sus Cartas, que tanto el pan de vida, como la fe en Cristo, producen el mismo efecto: la vida eterna. Como sabemos, San Juan no describe en su evangelio la institución de la eucaristía, pero en el capítulo sexto habla extensa y profundamente del pan de vida. El pan de vida, nos dice San Juan, nos da la vida eterna. También nos dice San Juan en este mismo capítulo que el que cree en él tiene vida eterna. Para San Juan el pan de vida y la fe viva en Cristo producen, pues, el mismo efecto: la vida eterna. De donde debemos deducir que la fe viva en Cristo es también comunión con Cristo. Es decir, que comer el pan vivo y creer en Cristo, según San Juan, es vivir en comunión con él. Es evidente que no se trata aquí de un comer físicamente el cuerpo de Cristo, como tampoco se trata aquí de un simple creer racionalmente en Cristo. Comer el cuerpo de Cristo es comulgar con él, es identificarse místicamente con él, como también creer en Cristo es querer identificarme con él, es querer vivir en comunión con él. Cuando comemos físicamente el cuerpo sacramentado de Cristo en la eucaristía debemos comulgar mística y espiritualmente también con Cristo. Solo si comulgamos espiritualmente con Cristo cuando comemos físicamente el pan consagrado, habremos comido el pan vivo que nos hace vivir para siempre. En este sentido, se han aplicado estas palabras de San Juan a la participación de los fieles en el sacramento de la eucaristía. El pan que comulgamos lo recibimos como pan de vida, como vida de Cristo, y por eso creemos que este pan nos da la vida eterna. No debemos separar nunca la comunión física de la comunión espiritual, porque comulgar con Cristo es comulgar con el cuerpo místico de Cristo, del que todos nosotros somos miembros vivos.

2.- ¡Levántate, come! Elías se levantó, comió y bebió y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios. La eucaristía debe ser para nosotros alimento y fuerza espiritual, para vencer los muchos cansancios y las muchas dificultades que tenemos que vencer en nuestra vida. El profeta Elías se encontraba derrumbado física y psíquicamente, hasta el punto de desear la muerte. Pero el pan que le había preparado el ángel – el pan del cielo- le dio vida y vigor. El profeta Elías empleaba todas sus fuerzas en comunicar a su pueblo las palabras que el Señor ponía en su boca; él era únicamente un instrumento del que se valía Dios para hablar a su pueblo. Esta debe ser la misión de todo predicador del evangelio: ser un canal a través del cual la voz de Cristo llegue a otras personas. Para esto, el canal debe estar limpio y ser resistente; con la eucaristía Dios mismo limpia nuestro espíritu y nos da fuerza y entusiasmo. La fuerza que recibimos en la eucaristía no debe quedarse en nosotros, debe ser fuerza que fortalezca a los demás. No sólo comulgamos para nosotros mismos; comulgamos también para los demás.

3.- No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios. San Pablo sigue animando a los fieles de Éfeso a vivir en comunidad cristiana y fraterna, tal como el Señor Jesús se lo había recomendado. Una comunidad cristiana en la que no reine el amor, no es verdadera comunidad cristiana, porque no es una comunidad presidida por el Espíritu de Cristo, que es espíritu de amor. Los consejos concretos que da San Pablo a los primeros cristianos de Éfeso siguen siendo hoy tan válidos como entonces. Es suficiente con que los recordemos literalmente: “desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo”. Más resumido y mejor no se puede decir.


viernes, 6 de julio de 2012

MARAVILLADOS Y ESCANDALIZADOS


DOMINGO 8 JULIO REFLEXIÓN

1.- Maravillados y, al mismo tiempo, escandalizados. Ese podría ser el resumen del evangelio de hoy, de cómo la gente reacciona ante Jesús. Para situarnos, Jesús va a su pueblo, Nazaret, con sus discípulos, y el sábado comienza a enseñar en la Sinagoga. La gente que lo escucha, que dice el evangelio que era “una multitud”, se maravilla porque habla con autoridad, porque ven en sus palabras “sabiduría” y en sus acciones “milagros”. Por eso dicen: “¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos?”. Ven que no habla como los demás, como los maestros de la ley, algo es distinto en Él, algo es nuevo, sus obras le avalan. Por eso más adelante también dirá: “Si no me creéis a mí, creed a las obras que veis que realizo”.

2.- Sin embargo, al mismo tiempo que se asombran y se maravillan, también se escandalizan. Se escandalizan porque está en su pueblo y lo conocen todos, porque saben que es “el hijo del carpintero”, de María y José, y conocen a sus familiares, que son paisanos del pueblo. Además, Nazaret es un pueblo pequeño y pasa lo que en todos, que todos acaban siendo familia. Para ellos, Jesús es una persona “normal”, y piensan que una persona “normal” no puede hacer las cosas que hace Él. El aspecto positivo de esta reacción es que la persona de Jesús, sus palabras y sus obras, les han cuestionado, no han permanecido indiferentes. El aspecto negativo es que la consecuencia de ese cuestionamiento ha sido el rechazo.

3.- Jesús se siente despreciado en su propio pueblo, rechazado por sus propios paisanos, incluso por sus parientes y por los de su casa. La experiencia es muy fuerte. No puede hacer ningún milagro, salvo curar a algunos enfermos, porque les falta fe en Él. Es la experiencia del fracaso, que se hace más dura cuando se produce con personas cercanas y queridas. Quizá algunos de nosotros podemos sentirnos identificados con estas experiencias de fracaso: matrimonios rotos, proyectos naufragados, negocios venidos abajo, incluso planes pastorales, grupos, iniciativas parroquiales que no han llegado a buen fin, decepciones personales con amigos, dificultades para vivir y hacer vivir la fe…

4.- Pero hay algo muy importante en todo esto, algo que hace que el profeta no se hunda en su fracaso. Ezequiel, el profeta de la primera lectura, recibe su vocación de profeta directamente de Dios, y es enviado a un pueblo rebelde para que realice entre ellos su vocación de profeta, pero con un matiz muy especial. Dios le dice: “a ellos te envío para que les digas: esto dice el Señor. Ellos, te hagan caso o no te hagan caso… sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”. Ni Ezequiel, ni Jesús, ni Pablo (en la segunda lectura) se dan por vencido frente al rechazo o al fracaso. Dice Pablo: “Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Porque cuando fracasamos nosotros, triunfa la fuerza de Dios, que se manifiesta en nuestra debilidad. Así actuó Jesús. Ante el fracaso de la Cruz, triunfó el proyecto de Dios; ante la muerte, triunfó la vida. Ante la dificultad, Dios nos llama a mantenernos firmes y perseverantes, fieles a la tarea que nos ha encomendado, “te hagan caso o no te hagan caso”.

5.- Jesús, ante el fracaso, no deja de actuar. Cura a algunos enfermos y sigue predicando por los pueblos de alrededor. El profeta nunca deja de ser profeta. El proyecto de Dios es muy importante y se hace fuerte frente a las adversidades, frente a nuestras debilidades. Dios, muchas veces, se fija en lo que el mundo rechaza. A Pablo le dice: “Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad”. Reconocernos débiles ante Dios no es un fracaso, es necesario para que se haga en nuestra vida y en nuestro mundo el proyecto de Dios.

6.- En la Eucaristía no rezamos a un muerto, aunque a veces lo parezca por nuestra actitud, sino a alguien que vive porque ha sabido superar el fracaso de morir en una cruz. En Jesús se ha manifestado la fuerza de Dios. En la debilidad de un hombre crucificado, Dios ha manifestado su fuerza resucitándolo de entre los muertos. Lo que aparentemente era un proyecto fracasado, Dios lo convirtió en el fruto más grande para hacer crecer el Reino de Dios.
Que nos sigamos dejando maravillar por Dios y que no nos escandalicemos de su manera de actuar en nuestro mundo.

domingo, 10 de junio de 2012

ALIMENTO PARA TODOS LOS DÍAS


ALIMENTO PARA TODOS LOS DÍAS

Por José María Maruri, SJ

1.- Hoy es jueves de Corpus Christi, aunque sea domingo… Hoy ese Jesús silencioso y escondido en los sagrarios, donde quieren encerrarle todos los anticlericales, se nos sale a la calle a dar público testimonio de su presencia entre nosotros. Porque lo que hoy celebramos, ante todo es la presencia real de Jesús en la Eucaristía, que el Señor está aquí, que ha cumplido su promesa de que no nos dejará solos: “Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos…”

Eucaristía es prolongación del misterio de la Encarnación, de ese Dios hecho carne por nosotros y que puso su tienda de campaña junto a la nuestra. Coged la lista de teléfonos y buscad por iglesias y allí encontrareis la dirección exacta de dónde podéis encontrar al Señor.

2.- Eucaristía, la última aparición del Señor resucitado. Nuestra aparición. Los discípulos lo veían y lo confundían con un fantasma. Se alegraban, y al tiempo lo temían. Lo oían y no se atrevían a preguntarle Tú quien eres, porque sabían que era el Señor. Nosotros le sentimos cercano, estamos seguros de que es Él, pero nos gustaría que dejase de ser transparente paras verle con nuestros ojos.

Más de una vez os he dicho os he dicho que para mi la presencia del Señor en la Eucaristía es como la presencia en penumbra de la persona querida. Ante el ventanal que nos defiende de la brisa fría del mar, hemos charlado largas horas de todo… ha oscurecido, se acabado las palabras, no nos vemos, pero sabemos que él o ella está allí. No necesitamos encender ninguna luz, porque estamos seguros que no estamos solos.

Estamos mano a mano con aquel que voluntariamente dio su vida por mí… porque Eucaristía es memorial de la Pasión, de ese hecho sin precedentes en mi vida, de que alguien dé su misma vida por sacarme de una mala situación. Y eso hace que esa charla con Dios-Eucaristía sea siempre más íntima, más sincera, sin perifollos, sin retóricas, de corazón a corazón. ¿Este pensamiento no debería llevarnos a un gran silencio externo e interno en cada Eucaristía?

3.- Eucaristía es alimento. Y un alimento de cada día como es el pan, que así llama Jesús a su carne dada en comida, pan que no es alimento de las fiestas, el alimento de sólo los domingos. Es ese alimento que llega todos los días a nuestras casas.

No creéis que llevamos un cristianismo de medio pelo, tuberculoso, tísico, anémico y tantas veces vergonzante y tantas veces con razón, porque damos una demacrada imagen de cristianos. Y es que nos empeñado en comer de domingo a domingo, un alimento que según nos lo dejó el Señor es pan para cada día. Tenemos un cristianismo anémico, pero la culpa es nuestra.

Sí. Es alimento que fortalece y quita los pecados, dice santo Tomás de Aquino. Pero no es alimento que nos asimilemos a nosotros y lo hagamos como el alimento corporal, sino al contrario es un alimento que nos asimila y nos mete en la corriente sanguínea del mismo Dios.

Y asimilados todos a Dios, unidos todos a Dios, formamos un solo ser, como los granos de trigo que se recogen esparcidos por las colinas donde nacen y molidos acaban formando el mismo pan. Así todos nosotros, distintos y de muchas partes, unidos en el mismo pan de la Eucaristía, formamos un solo ser.

Por eso Eucaristía y Unidad de todos ha sido siempre hombro con hombro en la Iglesia. Y su hay unidad hay preocupación unos por otros, como los mismos miembros de un mismo cuerpo sienten y se duelen de los dolores de los otros miembros. ¿Y no deberíamos preguntarnos si de cada misa salimos más hermanos unos de otros?

domingo, 13 de mayo de 2012

EL AMOR SE TRADUCE EN OBRAS


EL AMOR SE TRADUCE EN OBRAS

Por José María Martín OSA

1.- Dios está en todas partes en que hay hombres que le buscan con sincero corazón. Cornelio es un extranjero que, sin adherirse a la comunidad judía, cree en el Dios único de los judíos. Pedro se da cuenta de que Dios no tiene acepción de personas tras aquella visión de los alimentos prohibidos. Comprende que no es necesaria la circuncisión para ser cristiano. Bautiza a un hombre de otra raza..... Hoy, en varios lugares, la iglesia está amenazada de quedar reducida a un grupo social cerrado y tal vez anticuado. A los cristianos, sin embargo, se les invita a dar un paso, a entablar el diálogo con todos los hombres. Es, por tanto, el Espíritu de Pentecostés el que se manifiesta, en Cornelio y toda su familia, para admiración y sobrecogimiento de los piadosos cristianos procedentes del judaísmo. Lo que ocurrió entonces, siempre ocurre: Dios está en todas partes en que hay hombres que le buscan con sincero corazón. La comunión en la escucha de la palabra de Dios, en la fe en Jesucristo y en la oración es el signo de la presencia del Espíritu. El cristiano de hoy no tiene que convencerse de esto mirando hacia atrás, a otros tiempos, sino poniendo su fe en el presente y en el futuro.

2.- El amor fraterno es el tema de la segunda lectura. El amor, que debe ser el fundamento de la comunidad cristiana y su distintivo, procede de Dios, y no debe confundirse con aquel amor con que pueden amarse los hombres en el mundo. Los que aman como Dios ama son Hijos de Dios, vienen de Dios lo mismo que el amor que en ellos se manifiesta. Pero el que no ama de esta manera no tiene nada en común con Dios y tampoco puede conocerlo. El conocimiento de Dios es inseparable del amor que viene de Dios. El amor que viene de Dios y se manifiesta plenamente en Jesucristo es amor desinteresado, porque es amor a los hombres precisamente cuando éstos eran aún enemigos de Dios. Fue entonces, en el momento preciso, cuando Jesucristo murió en sacrificio de propiciación por nuestros pecados. Por lo tanto, el amor de Dios no es la respuesta al amor que los hombres ya le teníamos, sino el principio del amor que debemos tenernos los unos a los otros; más aún, que debemos tener también a nuestros enemigos: pues el amor, que viene de Dios no se detiene ante el enemigo: antes, al contrario, demuestra una autenticidad y su trascendencia en el amor al enemigo.

3.- “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros”. El amor del Padre al Hijo es inmenso, tierno, entrañable. Así nos amó Jesús, dando su vida por nosotros, no cabe mayor amor… ¿Qué debemos hacer nosotros? Pues mantenernos en su amor, observar sus mandamientos, amar la voluntad del Padre. ¿No es éste el ejemplo que Él nos da?: “Yo hago siempre lo que le agrada a Él”. Permanecer en el amor a Dios es permanecer en el mandamiento de Jesús, o sea, en el amor al prójimo. Hoy precisamente la iglesia, haciéndose eco del mandamiento de Jesús, nos insta a volcar nuestro amor en nuevas situaciones de sufrimiento y de dolor de los hombres, como es el caso de ciertos enfermos abandonados, desasistidos y rechazados a causa de su enfermedad.

4.- “El poder curativo de la fe”. La Pascua del enfermo en este VI domingo de Pascua está en sintonía con el tema de la Jornada Mundial del Enfermo del pasado 11 de febrero, que el Papa Benedicto XVI dedicó a “La gracia especial de los sacramentos de sanación”, es decir, de los sacramentos de la confesión y de la unción de los enfermos, los cuales tienen su cima en la comunión eucarística. Todos anhelamos la salud, a pesar de la experiencia cotidiana de nuestra fragilidad natural. Ese deseo de salud encierra una aspiración mayor: la del bien de una salud permanente y total, es decir, de la salvación. La salvación eterna, que sólo Cristo nos puede dar, es la salud auténtica y definitiva. A ella aspiran, consciente o inconscientemente, todo hombre y toda mujer desde lo más hondo del corazón, y la desean también para los suyos. Si las comunidades cristianas quieren ser fieles a la persona y al mensaje de Jesús, han de atender a los enfermos más desasistidos y necesitados con la misma solicitud con que él lo hizo... Jesús no pasó de largo ante los enfermos, el sector más desamparado y despreciado en la sociedad de su tiempo. Se acercó a ellos, se conmovió ante su situación, les dedicó una atención preferente, buscó el contacto humano con ellos, por encima, de las normas que lo prohibían, y les libró de la soledad y abandono en que se encontraban, reintegrándolos a la comunidad. Así como Jesús amó a los hombres, a los enfermos y necesitados, así es como debemos amar. Recordemos su mandamiento y pongámoslo en práctica.

viernes, 4 de marzo de 2011